En la actualidad, la sociedad nos lleva a condenarnos y a no aceptarnos, provocando el rechazo hacia nuestro cuerpo.
Para ningún individuo es un secreto que casi nunca nos sentimos bien tal y como somos, comparándonos de manera constante con los demás. Nos miramos al espejo y nos sentimos mal con nosotros mismos. Los seres humanos invertimos tiempo, dinero y energía en modificar nuestra apariencia pudiendo poner en peligro nuestra salud.
Es algo que podemos ir observando en nuestro día a día, tanto en los demás como en nosotros mismos. El rechazo de la imagen corporal se hace relevante en los comentarios despectivos hacia nuestro cuerpo. Dedicamos mucho tiempo a criticarlo, pero poco a cuidarlo y atenderlo, no solemos reparar en el trato que a veces le damos al cuerpo, aunque nos acompañe toda la vida. Nos hemos convertido en víctimas de la tiranía de la belleza.
La sociedad impone un modelo de belleza en la actualidad ligado a la idea de consumismo que nos lleva a condenarnos y a no aceptarnos, provocando el rechazo hacia nuestro cuerpo, lo que conlleva un estado de insatisfacción permanente, indicando estereotipos tanto masculinos como femeninos, desatando duras batallas por ser como somos.
Somos esclavos de un ideal de belleza, siendo el cuerpo un objeto de preocupación constante, generando sentimientos de odio y desprecio en nosotros mismos, como si fuéramos defectuosos porque no cumplimos con los cánones impuestos y aunque esto ocurra en mayor medida en el género femenino, en la actualidad los hombres se ven cada vez más afectados también. La visión de cómo somos en contraste con el ideal de belleza dominante, nos provoca un estado de insatisfacción casi permanente que afecta también a la forma de relacionarnos con el mundo, a la capacidad para sentirnos satisfechos con nuestro trabajo y las relaciones con los demás, así como a nuestra personalidad, que a menudo se ve avergonzada por no llegar a ser como el ideal establecido.
La idea de consumo ligada a la belleza se relaciona con la obtención de premios o castigos, incluso con la compensación de sentimientos de carencia de personas o cosas. A pesar de que la cultura y la sociedad se empeñan en ponernos unos ojos para buscar a la mujer y al hombre perfectos, haciéndonos consumir gran cantidad de tiempo en buscar y buscar, no podemos olvidarnos de que nuestro cuerpo es nuestro refugio, somos sus huéspedes y a través de él somos partícipes de experiencias tan bellas y hermosas como el sentir, desear, expresar y comunicarnos.
Aprobarse y aceptarse a sí mismo es el primer paso hacia un cambio positivo en todos los ámbitos de nuestra vida. Aprendamos a relacionarnos con nuestro cuerpo desde nuestro interior, desde lo que sentimos. Seamos más responsables en nuestra relación con él. El bienestar dependerá de ese respeto y de nuestras potencialidades. La belleza se encuentra en cada uno de nosotros, solo debemos aprender a encontrarla.
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